No es en vano que haya muchos dichos que hacen referencia a la importancia de la imagen: “Una imagen vale más que mil palabras”, “la primera impresión es la que cuenta, no hay una segunda oportunidad para una primera impresión” Por supuesto que es importante. Es fundamental a la hora de entablar cualquier tipo de relación con los demás, ya sea: social, de pareja, laboral… y va más allá de la hermosura o la fealdad. La imagen personal es la primera percepción sensorial que tenemos cuando conocemos a alguien. Los imputes que recibimos sobre esa persona nos llegan a través de lo que vemos en su imagen: cómo va vestid@, peinad@, si se mueve de forma rápida o lenta, si sonríe…
Muchos piensan que la imagen es algo superficial, que lo que realmente vale es la persona. Estoy de acuerdo con esta afirmación. Sin embargo muchas veces no tenemos ocasión, ni tiempo suficiente para demostrar cómo somos realmente. Es en estos momentos cuando nuestra imagen juega un papel crucial. Es una herramienta que podemos utilizar a favor nuestro para transmitir nuestra propia personalidad, o no, sólo depende de la decisión de uno mismo.
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